La sonrisa de la enfermera

Si a los médicos les debo la vida, a las enfermeras les debo consuelo, cuidados, sonrisas y más de una carcajada en algún momento en el que me hacía mucha falta. 
También, vamos a ser sinceros, alguna pastilla mal repartida y un buen puñado de pinchazos en modo "banderilla".
Pero tengo que decir que en mis 40 años de experiencia hospitalaria ha habido mucho más de lo primero que de lo segundo.



Cuando era pequeña y rondaba los pasillos de un hospital por el que solo transitaban adultos (en aquella época la clínica Puerta de hierro no trataba a niños, yo entré como una excepción) recuerdo perfectamente el cariño con que me recibían las enfermeras, casi como si hubiera llegado una sobrina de visita.

En aquella época yo tenía que ir todas las mañanas de los lunes a hacerme análisis. Venía desde 20 km de distancia con el tren y el camino en ayunas se hacía bastante pesado. Para hacerme las cosas un poco más sencillas me permitían que acudiera fuera de las horas establecidas para las extracciones de sangre que eran muy temprano. Cuando llegaba, alguna de las enfermeras me llevaba a lo que yo llamaba "el cuarto de las lavadoras" porque tenían esas máquinas en las que ponen los tubos con las muestras de sangre para analizarlas y que se agitan como si fueran una lavadora (o eso me parecía a mí entonces). Recuerdo que aquel sonido me mareaba un poco, pero la compañía de mi madre y la dulzura con que me trataban las enfermeras hacían que el mal trago se pasara rápido.

Años después, cuando ya era jovencita y me encontraba con alguna de esas enfermeras que habían ido creciendo conmigo, sentía un orgullo especial cuando ella le decía a su compañera "¿No conoces a Esther? Yo la sacaba sangre cuando era solo un renacuajo" Y nos saludábamos con dos besos y me preguntaban por mi vida y mis estudios.

Y cuando tenía que ingresar por algún motivo, siempre había en planta alguna de "mis enfermeras" que me dedicaba una cálida acogida y me recordaba que el hospital no era un lugar frío y lejano sino que era también un poquito "mi casa" y que allí también podía estar a gusto.
Por muy ocupadas que estuvieran con su trabajo siempre sacaban un ratito para pasarse por mi habitación y ponernos al día sobre antiguos pacientes o médicos a los que no veía hace tiempo.

Después el hospital cambió su ubicación a otra ciudad y con ello cambió también gran parte del personal. Otras enfermeras simplemente se jubilaron y, afortunadamente, mis ingresos fueron cada vez menos frecuentes y los días de analíticas se distanciaron. El personal del hospital me fue resultando cada vez menos familiar y desaparecieron totalmente las preguntas sobre mi vida personal y el intercambio de experiencias. Dejé de ser esa "sobrina" a la que conoces desde siempre y empecé a ser otra paciente más, en muchos casos una señora más mayor que ellas. 
Pero las sonrisas siguieron y ese "buenos días ¿qué tal te encuentras?" por las mañanas temprano, cuando vienen a sacarte la sangre y aún no tienes ganas ni de abrir un ojo para responder. Pero lo abres y respondes con otra sonrisa y después lo vuelves a cerrar porque sabes que estás en buenas manos.

Sé que a muchas de las enfermeras las reconocería si las viera por la calle, aunque haya pasado una década o incluso dos. Y quiero creer que ellas también me reconocerían a mí y nos volveríamos a saludar con dos besos y a ponernos al día. Porque ellas forman parte de la historia de mi vida.

En este 2015 en el que se cumplen 100 años de la creación del título de enfermería en España, quiero darles las gracias a todas esas enfermer@s que día a día desarrollan su trabajo con una sonrisa.
No sabéis que importante es para nosotros, los pacientes, esa sonrisa en vuestras caras mientras nos atendéis. Gracias.






Comentarios

  1. Por eso no me gusta generalizar cuando hablamos de cierto personal sanitario (como tu (ex)reumatólogo, mi (ex)traumatóloga...), porque también damos con gente estupenda en el camino.

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    1. Claro; yo además de enfermeras y médicos, he tenido también auxiliares estupendos.

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  2. Siempre hay quien ama su profesión y se entrega en cuerpo y en alma... Y eso los pacientes lo notamos y lo agradecemos muchísimo!

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  3. Qué importante es estar a gusto con lo que se hace y entender la importancia del trabajo que se desempeña.

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  4. Como enferma crónica de nacimiento que soy, concuerdo en todo lo que dices. Parece que lo escribo yo, gracias por poner voz a lo que casi casi he vivido yo también. Saludos.

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    1. Hola merch1977 gracias a ti por comentar. Un saludo :)

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  5. Llevo unos años rondando por hospitales y consultas por diversos motivos y estoy de acuerdo con lo que decís. La sonrisa de una enfermera es una ayuda frente a todo lo que te vayan a hacer. Muy pocas veces he encontrado una enfermera gruñona, que también, pero la mayoría son encantadoras y me han ayudado mucho. Y sí, que te recuerden y te hablen con confianza te da mucha seguridad y hace que te sientas bien en sus manos

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    1. La enfermería es una parte muy importante de la medicina y además la mayoría de enfermer@s la llevan a cabo con una gran humanidad.

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