El hola y adiós del reumatólogo.

Al principio estuve a punto de titular este post ¿Por qué los médicos se creen que todo el mundo es hipocondriaco? Después me pareció que no era justo generalizar, hay muchos buenos médicos que confian en el paciente. Pero no puedo evitar tener la sensación de que en mi vida se han cruzado muchos médicos de los que piensan que todos somos unos exagerados. ¿He tenido mala suerte o vosotros también habéis vivido esa sensación? 


Ayer tuve mi segunda consulta con el reumatólogo. En realidad se podría considerar la primera ya que la verdadera primera vez ni siquiera me hizo pasar a la consulta. Me atendió en la sala de espera soltándome un montón de volantes para análisis y argumentando que él ya sabía para qué iba yo. Sin embargo, entre las pruebas que me pedía estaba una (capilaroscopia) que ya me habían hecho y cuyos resultados venían en el informe que él tenía y que al parecer le había bastado para atenderme en un pasillo sin cruzar media palabra conmigo. Esa fue sin duda la primera pista de que no se trataba de un buen médico.

Como tengo muchos problemas con el idioma, antes de la nueva consulta me preparé a fondo. Me había informado en páginas de reumatología fiables sobre los temas que pueden interesar a un reumatólogo y qué tipo de preguntas suelen hacer y había traducido al alemán (con mucho esfuerzo, pues los términos médicos no vienen en los diccionarios de idiomas) problemas de años atrás que a primera vista parecen secundarios pero que pueden ser buenas pistas para un reumatólogo, como el hecho de que tuviera alopecia areata (calvas en la cabeza), lesiones solares, dermatitis, anemia... también   estaba preparada para explicarle mis frecuentes dolores musculares, mis problemas con la cadera y la rodilla que me impiden montar en bicicleta o subir más de cinco plantas de escaleras si no quiero quedarme después una semana sin poder caminar, que se me duermen los pies y las manos varias veces al día y unas cuantas cosas más.

Pero todo ese esfuerzo dio igual porque él no tenía ni el más mínimo interés en saber nada de mí más allá de los números de los análisis. La consulta de ayer se podría resumir como en el título con un "hola y adiós". Aún me estaba sentando cuando me dijo: "no hay nada especialmente significativo, no es necesario hacer ningún seguimiento".

Aunque no era la consulta que yo habría esperado y desde luego no me parece normal que un médico no tenga interés en conocer nada de su paciente, tampoco puse en duda su conclusión; pero como soy muy concienzuda en cuanto a mi historial médico (siempre lo he sido y me ha ido bien), cuando él ya me estaba dando puerta le dije que me diera un informe por escrito o una copia de los resultados.

De pronto, sin venir a cuento, empieza a soltarme una perorata, mitad sermón mitad regañina, que si bien no pude comprender al 100%, sí me quedó claro que se quejaba de que los enfermos crónicos sabemos mucho y nos creemos que podemos interpretar los datos pero que nosotros no somos médicos. 

Para colmo, cuando le intentaba explicar que yo no tenía ningún interés en autodiagnosticarme y que lo único que quería era guardar los resultados en mi archivo por si me
Desde hace 20 años lo anoto todo

hacían falta en un futuro, él no paraba de interrumpirme aprovechando que yo no podía hablar con soltura.
A mí me parece muy grosero  intentar aprovechar la desventaja de alguien con el idioma para mostrar superioridad sobre él o cohibirle.

Total que después de escuchar por segunda vez el discursito y en vista de que el señor no tenía intención de oír mis argumentos, me limité a decirle que me diera los resultados; mientras pensaba para mis adentros cómo me alegraba de que me hubiese dicho que no tengo que volver. Por un lado, porque siempre es una alegría que te digan que no te pasa nada y, por otro lado, porque no tendría que tratar otra vez con ese impresentable que quizás sepa mucho de medicina pero, desde luego, dista mucho de ser un buen médico.

Entonces cogió la hoja de los análisis y empezó a subrayar  con el boli una y otra vez aquellos donde decía "negativo" mientras quitaba importancia a los "positivos". Después de tal muestra de énfasis en convencerme de que todo estaba en orden (cosa de la que yo no había dudado en ningún momento) la única conclusión que pude sacar es que aquel médico estaba total y absolutamente convencido de que yo solo buscaba algo de lo que poder quejarme.

De ahí que al principio pensara en el título ¿Por qué los médicos se creen que todo el mundo es hipocondriaco? Y  aunque la realidad sea que hay muy buenos médicos (yo he tenido la fortuna de cruzarme con muchos), aún sigue habiendo demasiados que tienen este tipo de pensamiento que en ocasiones puede llevar a graves consecuencias. A mi padre estuvo a punto de costarle la vida.

Hace 13 años, de forma súbita, mi padre empezó a tener dificultades para respirar y a sentir un fuerte dolor en el pecho. Le llevé corriendo al centro de salud y pedí a las personas que había esperando que nos dejaran pasar. Ellas accedieron amablemente, sin embargo el médico, sin dejarme ni hablar, dijo "espérese su turno" (primer médico con síndrome de paciente hipocondriaco) Tras unos minutos eternos llegó nuestro turno y al doctor le bastó ver entrar a mi padre para decirnos que no perdiéramos el tiempo en esperar a una ambulancia y le lleváramos a urgencias inmediatamente. Así que entre mi madre y yo (con mi tripa de embarazada) le metimos en el coche y conduje corriendo al hospital. Entró en urgencias y unas horas después salió contando que le habían hecho análisis y un electrocardiograma, le habían puesto un calmante por vena y a pesar de su dificultad para respirar le mandaban a casa argumentando un ataque de ansiedad, aunque no había ningún motivo para creer algo así (segundo médico con síndrome de paciente hipocondriaco) Volvimos a casa, mi padre se tumbó a descansar y parecía que todo iba bien (con el sedante y los analgésicos los síntomas estaban camuflados) Pero cuando el efecto se pasó mi padre volvió con los problemas para respirar y el dolor. Otra vez de vuelta al hospital y otra vez a oír que no le diera importancia que los análisis estaban bien (tercer médico con síndrome de paciente hipocondriaco) A las tres de la madrugada mi madre llamó a mi hermano para que les llevase de nuevo al hospital porque era evidente que algo iba mal. Con la insistencia, en vez de empezar a darle importancia, parece que mi padre iba perdiendo credibilidad, así que le sentaron en una silla y le dijeron que se tranquilizara que le iban a dar algo más potente para el dolor (así sin más) Pero esa vez tuvo la fortuna de que pasaba por allí un médico que le escuchó de lejos y se acercó para atenderle personalmente. A partir de aquel momento descubrieron que había sufrido una trombosis pulmonar múltiple que ya había afectado a más de la mitad de sus pulmones.

Si algún médico lee esto, solo me gustaría recordarle que cuando se trata con la vida es mejor pasarse de largo que quedarse corto. Y respecto a los que somos enfermos crónicos, quisiera compartir con él que la mayoría somos personas que tenemos el umbral del dolor muy muy alto, que hay montones de síntomas en nuestro día a día de los que jamás nos quejamos porque ya estamos más que acostumbrados a convivir con ellos y lo único que deseamos es normalizar nuestras vidas, que somos los primeros en alegrarnos de oír que algo "no tiene importancia" pero que aún así queremos conocer ese algo porque no somos niños que van esperando una piruleta ni ellos son padres que tengan que evitarnos disgustos. Y que me gustaría no volver a verme en la situación (en la que me he visto más de una vez) de tener que exagerar lo que me pasa  porque sé que quien me está escuchando se va a creer solo la mitad de lo que le diga. 

Comentarios

  1. Este es un post de 10, con el que me siento plenamente identificada (y la dificultad del idioma hace que valore aún más tu esfuerzo por manejar tu salud).
    Me da mucha rabia generalizar por lo que dices, porque hay sanitarios estupendos y profesionales.
    Pero con con mis enfermedades he dado con mucho médico con síndrome de paciente hipocondríaco y lo único que han conseguido es que, como dice mi hermana, entre que digo que algo me pasa y que me diagnostican, pasan al menos dos años de peleas en consulta.
    Muchos enfermos crónicos somos de todo menos quejicas porque aguantamos mucho dolor y síntomas a diario, que relativizamos a veces incluso demasiado. Por eso cuando voy a urgencias, es que realmente me encuentro mal y no es de recibo que el médico te diga que es un ataque de ansiedad, te ingresen por neurología por montar un pollo (me negué a irme a casa en el estado en el que me encontraba) y al día siguiente el neurólogo diga que es un brote de lupus.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Igual que estudian qué es la hipocondría, tendrían que enseñarles lo que es un médico con "síndrome de paciente hipocondriaco" Je, igual debería patentar el término y pedir que lo incluyan en los manuales universitarios ;) Estaría bien para que algunos saliesen vacunados contra él, por que como digo todavía hay muchos que lo padecen. Y en enfermedades como la tuya debe ser especialmente terrible, porque a día de hoy es imposible cuantificar cosas como el dolor o la fatiga. Y ya tenemos bastante con lo nuestro como para encima tener que pelearnos con los médicos ¿verdad? Un beso muy fuerte y mucho ánimo ¡nosotras somos luchadoras!

      Eliminar
  2. Enhorabuena, amiga. Yo no padezco, por fortuna, ninguna enfermedad grave (mi mujer sí, tiene artritis reumatoide, y es admirable su entereza, su amor por la vida, su decidido mirar hacia delante, sin dejar que la enfermedad domine su existencia). Te decía que no padezco nada grave, pero sí tengo algún pequeño desajuste, y siempre me ha parecido que , después de muchos años cotizando, sin una baja médica, uno merece más credibilidad por parte de los profesionales. Uno de mis pequeños problemas es una tos producida por una esofagitis crónica, a su vez debida a una hernia de hiato diagnosticada. Esa tos, seca y a veces violenta y casi asfixiante, se ha instalado en mi vida. Todo el que me conoce sabe que, en cuanto empiezo a comer, el primer bocado me produce un ataque de tos, hasta que salivo lo suficiente para, con ejercicios de respiración, se me vaya pasando. Pero es que también me viene la tos si tomo bebidas muy frías, o muy calientes, o picantes, si respiro el humo de algún fumador cercano, si a alguien se le ocurre utilizar un nebulizador (ambientador, insecticida o desodorante, da igual). La tos nocturna he llegado a controlarla durmiendo con dos almohadas (¡mi pobre espalda!) y teniendo a mano una botella de agua, para hidratarme el gaznate cada vez que me despierto con un amago de tos). Hace como quince o veinte años que no duermo de un tirón. Y la solución parece fácil: operar la hernia de hiato diagnosticada. Pero cometí un error. Durante las pruebas, junto a soportar sondas gástricas y nasales, tuve que contestar muchas preguntas. Y una de ellas fue si tenía sensación de ardor o acidez de estómago. Yo contesté con toda sinceridad, tonto de mí, que desde que dejé de fumar, muchos años antes, había dejado de tener esa molesta experiencia de la acidez. Pues parece que, pese a radiografías, tests, mediciones, etc, se le dio más peso a esa respuesta que a todo lo demás. Resultado: la especialista me comunicó en la última visita que en mi caso no era recomendable operar, debido a mi edad (tenía entonces unos 45). Que perdiera peso, que llevara una vida sana y santa...Y a otra cosa mariposa. Ahora, cerca de diez años después, estoy reconsiderando la posibilidad de volver a acudir al especialista, pero no las tengo todas conmigo. Después de todo, lo mío no es de vida o muerte, y me fastidia bastante ir al médico para que termine diciéndome que me quejo por gusto.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Solo quiero decirte que estás en tu derecho de querer solucionar tu problema de salud, da igual si es de vida o muerte o no, nadie tiene porqué conformarse cuando hay solución. Pero ya que esa solución pasa por un médico, no te queda otra que volver a consulta y esperar que te toque un profesional más sensible a tu problema y que aun estando en contra de una operación al menos te dé un argumento competente. Te deseo suerte y muchos ánimos para ti y tu mujer.

      Eliminar