Un nuevo año comienza y, quien más quien menos, echa la vista atrás y hace balance de lo ocurrido hasta ahora y en base a eso se plantea nuevos propósitos. Algunos planes se irán transformando por el camino, otros simplemente se olvidaran porque no eran sueños lo bastante fuertes o quizás entraban demasiado en el terreno de la ensoñación; aún así nunca está de más plantearse objetivos con idea de que nuestra vida se parezca más a cómo queremos que sea. Y estoy segura de que muchos perseguiréis vuestras metas hasta hacerlas realidad. Yo, como cada año desde hace ya bastante tiempo, me propongo no dejar para mañana lo que pueda hacer hoy.
Hace ahora 23 años y medio que me lancé al vacío atada por los tobillos a una goma elástica que colgaba de una grúa a 50 metros de altura.
No fue una actividad premeditada, simplemente visitaba la exposición universal de Sevilla y ante mí se presentó la posibilidad. El puenting estaba en sus comienzos (al menos en España) y yo siempre me preguntaba qué se sentiría y de pronto se me presentaba la manera de responder a mi pregunta. Ante la mirada atónita de mis padres decidí que quería saltar. En principio parecía un poco locura pues todos los saltadores eran hombres atléticos y musculosos mientras que yo era delgadita y nada deportiva; cuando me dieron los cinco folios para firmar eximiendo a los organizadores de toda responsabilidad ante una larga lista de percances, dejó de sonar un poco loco y empezó a parecer totalmente descabellado. Trataron de convencerme de dejarlo para otra ocasión, pero el miedo había empezado a invadirme y yo sabía que si no seguía adelante probablemente no lo haría nunca. Ascendí los 50 metros que me separaban del suelo por un pequeño ascensor hasta la plataforma de la grúa. Allí un chico americano que apenas chapurreaba español me dijo "voy a contar atrás desde cinco, cuando llegue a cero saltas". Entonces miré hacia abajo y un escalofrío me recorrió el cuerpo, ¡las personas parecían tan lejos! Un sudor frío me invadió y me quedé paralizada de miedo. Lo siguiente que recuerdo es oír "cero, cero, CERO" y avanzar un paso. A mis padres (pobres), casi les da algo cuando empezaron a verme caer de pie, en lugar de de cabeza como las demás personas, que saltaban como si se lanzasen a una piscina. Todo ocurre tan rápido que es difícil describir qué se siente cuando estás cayendo o cuando de pronto la goma se tensa y vuelves a ascender y caes de nuevo... la adrenalina se dispara de forma brutal y al terminar, todo el cuerpo me temblaba de tal manera que tuve que sentarme porque las piernas no me sostenían; pero toda yo irradiaba felicidad y durante todo el resto del día tuve una sonrisa de oreja a oreja que no me desapareció.
Dos años después de aquello mis riñones, enfermos desde pequeña, dejaron definitivamente de ser funcionales, momento a partir del cual ya nunca me he vuelto a proponer ni remotamente algo parecido, pues tengo mucho respeto por mi trasplante y jamás haría algo que pensase que pudiera ponerlo en riesgo. Mi guía es hacer las cosas siempre con cabeza. Lo que intento explicar con esta historia es que a veces hay trenes que es mejor coger la primera vez porque no sabemos si volverán a pasar. No os cuento esto para animaros a hacer puenting (aunque disfruté muchísimo y es una experiencia que nunca olvidaré, evidentemente podría haber pasado sin ella); pero lo que tengo muy claro es que ninguno podemos saber lo que nos depara el futuro y si queremos realmente hacer algo debemos ir a por ello ya. Por eso mi propósito para 2016 es nuevamente no dejar para mañana lo que pueda hacer hoy. Seguramente nadie entiende tan bien lo importante de esta filosofía como las personas que hemos estado alguna vez al borde de la muerte o aquellas que padecen una enfermedad degenerativa o con la cual sus vidas corren peligro; pero yo es algo que le recomiendo a cualquiera pues nadie en este mundo sabe qué será de él mañana.
Si aquel día de verano de 1992 hubiera dejado que el miedo me venciera probablemente ya nunca habría vivido esa experiencia. Y aunque hacer puenting está muy abajo en la lista de cosas que he hecho en la vida y que han significado algo grande para mí o que repetiría sin dudar, sí me enseñó algo muy valioso: que si me lo propongo puedo superar el miedo más atroz y dar un paso hacia adelante.
Menos mal que no era premeditado jaja
ResponderEliminarNo sabes la de veces que pienso en aquel viaje a NYC que hice el año que enfermé de SFC (no lo sabía y me había recuperado un poco para caer luego definitivamente). El primer (y casi seguro) último viaje largo de mi vdia. ¡Hay que aprovechar las ocasiones!
Y como suele decirse "que nos quiten lo bailao"
EliminarPero tampoco perdamos las ilusiones, quizás puedas hacer algún viaje más en el futuro. Lo que ya tienes seguro son tus buenos recuerdos de NY.
Carpe diem...
ResponderEliminarEsa es la idea :)
EliminarMe vas a sacar los colores :) Lo realmente valiente es saber lidiar con los grandes obstáculos que nos pone la vida sin perder las ganas de seguir adelante y en eso tú eres una maestra.
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